“Imagina que vives en un pueblo, pequeño, aburrido, en el que parece que nunca pasa nada salvo el tiempo… imagina que eres un cartero, que cada día reparte el correo a todos los vecinos, pero ya no son cartas como las de antes, escritas a mano, personales, sino que sólo reciben facturas, multas, propaganda…
Pero un día alguien decide que eso no puede seguir así y llega a tus manos algo inesperado, sorprendente, inquietante, que no sabes cómo resolver, de dónde viene ni a dónde va… imagina que un día recibes una carta diferente, una carta jeroglífica que debes descifrar para conseguir entregarla a su destinatario. Y así cada cierto tiempo… unas veces más sencillas, otras más complicadas, siempre dirigidas a una persona diferente, con un nuevo destino… pero cada una supone un reto apasionante, diferente a las anteriores, pero igual de enigmática.”
En esta oportunidad publico la tarea que nos toco realizar para la clase de hoy, sobre la traducción no del todo creativa, sino más bien de traducción a la lengua de esta carta jeroglífica. Espero haber descifrado con coherencia la carta e invitarlos a que practiquen esta actividad.
CARTA
Por Araceli.
Pero un día alguien decide que eso no puede seguir así y llega a tus manos algo inesperado, sorprendente, inquietante, que no sabes cómo resolver, de dónde viene ni a dónde va… imagina que un día recibes una carta diferente, una carta jeroglífica que debes descifrar para conseguir entregarla a su destinatario. Y así cada cierto tiempo… unas veces más sencillas, otras más complicadas, siempre dirigidas a una persona diferente, con un nuevo destino… pero cada una supone un reto apasionante, diferente a las anteriores, pero igual de enigmática.”
En esta oportunidad publico la tarea que nos toco realizar para la clase de hoy, sobre la traducción no del todo creativa, sino más bien de traducción a la lengua de esta carta jeroglífica. Espero haber descifrado con coherencia la carta e invitarlos a que practiquen esta actividad.
CARTA
Eramos una familia muy unida, mis tres
hijos, Juan y yo. Soliamos estar siempre juntos.
Hubo un maldito día en que llego esa
carta aunciando que mi marido Juan habia fallecido. Ya en el pueblo
se comentaba que no estaba preparada para quedar sola con mis hijos,
sin el cuidado y sustento que mi marido nos daba. Nos hemos tenido
que arreglar como pudimos, un día arriabamos otro día cosechabamos,
y otros vendiamos vasijas de barro. Todo tipo de trabajo para salir
adelante bajo un clima que ardia al punto de la muerte.
Entre tanto, una de mis hijas conoce a
un varón de clase social alta, se enamoran y desean contra todo
armar una familia y tener su propio hogar. Finalmente se casan y los
rumores en el pueblo cambian. Ya no estamos solos.
Por Araceli.
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